martes, 20 de diciembre de 2022

Sonreír nos ayuda a madurar

Casi nadie puede resistir el regalo de una sonrisa transparente. Cuando era adolescente, mi padre puso en mis manos un título popular escrito por Dale Carnegie llamado "Como ganar amigos". Una de las claves era aprender a sonreír aunque al principio se sintiera falso o forzado.

Es un hecho fisiológicamente confirmado que se necesitan tres veces más músculos para fruncir el ceño y hacer un gesto de enojo que para sonreír. Sin embargo, la mayor parte de la gente con quienes interactúo diariamente parece preferir la ruta de la amargura optando por explotar las arrugas y entrecejos.

Por ello, aún hoy no deja de sorprenderme, gratamente, el poder que conlleva sonreír saludablemente a otros, los conozca o no. Estamos rodeados de gente con rostros marcados por los surcos de la tensión y la ira. Con el entrecejo fruncido mastican un salud que nunca llega realmente a conectarse con el corazón para regalar una sincera sonrisa.

Debo confesar que tanto Tirios como Troyanos, Cristianos como Ateos viven a menudo con amargura como si vivir en este mundo pesara tanto como para escatimar un gesto amable y desinteresado, o regalar una sonrisa bondadosa.

¿Por que tanta gente vive vidas miserables y tristes a pesar de tantos regalos y bendiciones a su alcance? ¿Por que la gratitud ha sido sustituida por la queja y la crítica a todo y a todos constante? ¿Por que incluso los que conocen el amor y la misericordia incondicional de Dios parecen vivir como bautizados en vinagre?

LA SENDA DE LA SALUD Y LA PRODUCTIVIDAD

Una sonrisa puede abrir oportunidades para empezar a sanar el alma, pero, a menudo, optamos por cerrarnos a tal experiencia una veces por temor y otras por una falsa seguridad. En consecuencia, no nos arriesgamos en nuestras relaciones, vivimos solo para nosotros y somos indiferentes con el prójimo y lo que realmente tiene valor eterno. Ese es el camino a la madurez emocional y espiritual.

Una de las razones que explica este comportamiento es la insatisfacción fomentada por una cultura secular cuyos mensajes constantes apuntan a vivir superficialmente y sólo para obtener logros pasajeros. De hecho las emociones han sido secuestradas y atadas al carro del consumo adictivo.

He aprendido que ese no es el camino que debo o quiero tomar. Ser feliz y sonreír no depende de lo que posea o de mis circunstancias, tampoco de mis logros o popularidad. Igual que amar y perdonar, ser feliz es una decisión diaria a la cual me aboco apasionadamente. Cuando aprendo a sonreír como un ejercicio saludable, me voy liberando de la máscara que pretende ocultar mi vulnerabilidad. Sonreír se vuelve la respuesta automática a las interacciones con los demás. Al sonreír soy vulnerable, pero eso me fortaleza porque no dedicó mi energía a fingir. La verdadera hipocresía no esta en sonreír intencionalmente, sino en oculta mis inseguridad tras gestos amargos que me distancian de los demás.

Debemos evaluar con brutal honestidad, al inicio de cada día, que siempre tendremos dos opciones en la convivencia diaria: jugar de víctima o actuar asumiendo mi responsabilidad como humano y si soy creyente como hijo de Dios.

"Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos."-Hebreos 12:15

Hasta la próxima

MA. Juan Carlos Flores Zúñiga, CPLC, CSF

COACHING ENTRANSICIONES

jueves, 8 de diciembre de 2022

Progrese sin perder su alma

Cuando era niño me emocionaba ir a la estación a ver el arribo y la partida de los trenes. Vivía con mi familia en medio de dos concurridas estaciones capitalinas; una la del tren al pacífico y la otra la del tren al atlántico. 

No obstante, mi sueño desde que recuerdo era contar con un tren eléctrico. Uno de mis primeros regalos de navidad fue una enorme caja de madera con el logo de la firma alemana Marklin que contenía más de veinte metros de líneas férreas metálicas, puentes, túneles, la estación, los viajeros en pequeñas figuras de plomo coloreadas más tres locomotoras con coloridos vagones, entre otros realistas componentes. 

Era todo lo que uno podría soñar para recrear un paisaje surcado por vía férreas, en las que transitaban las locomotoras eléctricas, con sus vagones. Nada me emocionaba más que armar la compleja red cada vez que podía, especialmente en la estación navideña. Cada experiencia era una memoria que atesoraba y se repetía en mi mente con deleite con cada año que pasaba.

Más tarde mi fascinación por los medios de transporte se expandió cuando pude ir al puerto y ver los grandes buques atracar. A esta dicha se agregaron las aeronaves. Mi padre conforme crecíamos nos llevaba al aeropuerto internacional a ver despegar las aeronaves. Recuerdo vívidamente una vez que volé con mi padre en un Curtis 45 a una provincia en el atlántico para un proyecto hidroeléctrico en el que laboraba como ingeniero.

Desde mi niñez no dejo de maravillarme del conocimiento y los talentos que Dios ha puesto en el ser humano para superarse y aumentar su bienestar. No solo en transporte, sino en todos los ámbitos hemos experimentado juntos cambios favorables y maravillosos que nos permiten tener mejor calidad de vida y vivir saludablemente más años sobre esta tierra.

EL LADO OSCURO DEL PROGRESO

Pero ninguna invención, avance o descubrimiento ha transformado integralmente nuestra manera de pensar y actuar entre nosotros. Nunca antes ha sido mas ingobernable la humanidad. Con todo el progreso del que hemos sido parte, se podría suponer que estaríamos más agradecidos y felices. Pero, parece que más tenemos, más queremos, y más insatisfechos quedamos. No solo en lo material, sino también en lo emocional y mental.

Por todo protestamos, somos menos pacientes que hace diez años, y mientras no nos afecte directamente abusamos de nuestra posición para lastimar a otros que ni siquiera conocemos. Es cierto, como aprendimos en las lecciones de física, que toda acción produje una reacción, pero cuando los seres humanos llegan a posiciones de poder e influencia, revelan lo que realmente son, lo que está irresuelto en sus almas y carácter: sus inseguridades y complejos.

Sin importar las maravillas científicas y tecnológicas de hoy, el tejido moral y ética de nuestra sociedad está en una profunda decadencia, pero depende de cada uno de nosotros dejar de mirar hacia el otro lado y asumir nuestra cuota de responsabilidad moral, ética y espiritual para que este mundo tenga esperanza y cambie. El cambio, no obstante, no debe depender de lo que hagan otros, sino de nuestras decisiones diarias y los pasos para la acción a que nos comprometemos. Creo firmemente, en que menos es más. Cuando vivimos dignamente, con frugalidad, a la medida de nuestros ingresos, con expectativas realistas, y sin aceptar la presiones consumistas que impulsa la cultura, tenemos más tiempo para invertir y hacer crecer nuestra alma.

En la mayoría de las citas de coaching ejecutivo que facilito, mis clientes al principio tratan de cambiar el entorno que no controlan o hacer responsables a otros por sus decisiones. El primer y más importante descubrimiento que suelen hacer durante mis sesiones, es que cualquier cambio en su entorno debe empezar por sus propios e intencionales cambios personales.

Las circunstancias y personas difíciles a nuestro alrededor cumplen un propósito inefable: formarnos, para que aprendamos a ser firmes y valientes, para que en completa paz nuestra alma sea sensible y no calle ante la injusticia poniendo una semilla de amor en todo. Ser adulto y maduro emocional y espiritualmente comienza por el autoexamen y progresa reconociendo mi responsabilidad y las decisiones que definirán mi futuro. Puedo aprender a decir que no, sin sentirme culpable o presionado. El mundo puede tratar de influirnos, pero nunca debería definirnos como seres integrales.

Juan Carlos Flores Zúñiga, MA, CPLC, CSF

COACHING EN TRANSICIONES

Abraza tu destino conociendo tu historia

Nada hay tan humano y poderoso como compartir nuestras historias. Antes que un currículo, o cartas de recomendación lo que me me interesa en...