Por décadas se creyó que las personas obtenían satisfacción a partir de los incentivos principalmente materiales en sus labores. La verdad es que dichos incentivos motivan en menos del 10% de las oportunidades, mientras la realización y el clima organizacional son motivadores más fuertes en el 60% de los casos.
Verán, no es lo externo, sino lo interno lo más importante en términos de motivación. Esto es, que la motivación empieza en cada uno, internamente, y se estimula con condiciones o incentivos que apelan a lo que ya internamente decidimos vivir y creer.
En las tres entregas anteriores, hemos aprendido sobre nuestra innegable responsabilidad en las decisiones que nos puedan asegurar paz, amor, fe y esperanza en este mundo y más allá. A las claves ya compartidas para desarrollar un autoliderazgo saludable y productivo sumamos la cuarta que tiene que ver con encontrar y desarrollar la satisfacción interna.
4. Haz de la satisfacción una labor interna
El apóstol Pablo no vivió una vida aristocrática, acomodada, pero desarrolló una actitud de primera clase que lo impulsó a través de cada tormenta.
«He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad». (Filipenses 4.11-12)
Pablo había pasado hambre. Había sido abandonado. Había sido apedreado, había naufragado, había sido fustigado, golpeado y dejado por muerto. Pablo había sido burlado, ridiculizado y calumniado. Cuando escribió estas palabras acerca del contentamiento, estaba escribiendo desde la prisión. Sabía que en pocos años sería torturado hasta la muerte.
¿Cómo es posible que pudiera mantener una actitud piadosa bajo tales circunstancias? ¿Cómo podía decir que sabía lo que significaba estar contento? Porque su objetivo en la vida era mucho más grande que el contentamiento mismo.
El objetivo de Pablo no era obtener un estilo de vida de conveniencia y comodidad. El objetivo de Pablo era conocer a Dios y servirle. Su único deseo era que de alguna manera, en algún sentido, su vida fuera usada para que los propósitos de Dios se cumplieran. Buscó primeramente el reino de Dios ofreciendo sus habilidades y su influencia para que el Señor pudiese utilizarlas.
Entonces el contentamiento inundó su vida, ¡y su actitud convirtió esa celda de prisión en el lugar desde donde casi la mitad del Nuevo Testamento sería escrito!
El contentamiento es vital en el desarrollo de una actitud extraordinaria. Es la final y crítica clave en tu proceso. Cada una de estas cuatro claves parecen simples, pero cada una es eternamente valiosa. Recuerda, comienza correctamente por apuntar al blanco correcto, el que Dios tiene para ti «corre tu carrera particular para ganar» (ver Hebreos 12.1).
¡El próximo paso es sólo hacerlo! Corre la carrera correcta. Las últimas dos van mano a mano. Comprende qué es lo que satisface tu alma, y hazlo a través de aprender el contentamiento. ¡Con estas claves a mano, serás capaz de correr tu carrera y finalizarla bien!
Cada una de las cuatro claves que hemos explorado apuntan hacia una dirección, vivir enfocadamente, con propósito, reconociendo humildemente que el entorno influye, pero nunca determina a una persona, hombre o mujer, que entiende que ha sido llamada a autoliderarse saludable y productivamente con intencionalidad en su ámbito y según sus competencias.
Hasta la próxima
Juan Carlos Flores Zúñiga