miércoles, 7 de febrero de 2024

Cómo ejercer un liderazgo ético con transparencia

Los escándalos corporativos de los noventas pusieron en boga el término "transparencia" como un adjetivo calificador de la forma de hacer negocios globalmente. Si bien, la discusión sobre la ética y los negocios es tan vieja como la humanidad, nunca los límites de lo que es o no ético ha sido tan enfatizado en el mundo secular como hoy en día.

La paradoja de agregar el término ético a los negocios que se entablan en el contexto de la nueva normalidad, es que implica que los negocios tienen una raíz profundamente egoísta y existen para tomar ventaja unos de otros. Nunca hemos vivido en un entorno donde la desconfianza y el egoísmo sean tan rampantes como en el presente contexto pospandemia.

En buen lenguaje liberal, Milton Friedman, premio nobel de economía, indica que la única ética válida de un negocio es generar ganancias. Sin embargo, para Edward Freeman, en su teoría de los grupos de interés (Stockholders) sin ética ningún negocio sobrevivirá.

En el centro del debate se encuentra un asunto medular, la riqueza de las naciones no se basa más en sus materias primas, capacidad de producción instalada, espíritu y visión empresarial, sino en el recurso más abusado en la historia económica, el capital humano. Otro nobel de Economía, Amartya Sen, declara que el recurso más estratégico para competir globalmente es el capital humano.

Una cosa es un producto o servicio que reditúa ganancias, y otra cosa es un ser humano como medio y fin del proceso productivo. En numerosos estudios ha quedado claro que la mayoría de los funcionarios o trabajadores de las grandes corporaciones, públicas y privadas, consideran hasta en un 70% que sus directivos y accionistas no actúan éticamente, esto es con transparencia dentro y fuera de la empresa.

Por otra parte 9 de cada 10 personas según una encuesta de Gallup citada por Marcus Buckingham en su libro "La mejor cosa" no están comprometidos en sus trabajos, entre otras cosas, porque no se identifican con las autoridades y la visión de la empresa.


ÉTICA Y TRANSPARENCIA

Lo que garantiza la ética personal y corporativa en el marco de la nueva realidad pospandemia, la nueva normalidad, es la convicción de que ésta solo se puede garantizar si cada líder, público o privado, cumple asertivamente con las cuatro dimensiones de la transparencia: accesibilidad a la información, rendición de cuentas, participación ciudadana y datos abiertos. No obstante, sin una estructura que provea transparencia en la organización, no se puede garantizar la ética personal o corporativa de sus miembros. No importa si hablamos de una empresa, un ente no lucrativo, o un gobierno.

Las cuatro dimensiones de la transparencia están encadenadas porque obligan a los interesados en hacer negocios o servir a los demás, a establecer claras salvaguardas en su comportamiento diario. En otras palabras, si nuestros asuntos no son privados, la información que brindemos debe estar accesible a los interesados directos o indirectos, debemos rendir cuentas periodicamente, recibir la retroalimentación de aquellos a los que decimos servir o con quienes hacemos negocios, y proveer periódicamente datos editables, actualizados y oportunos sobre nuestras actividades. Estos datos a modo de evidencias deben estar disponibles publicamente para su examen.

Todo se puede resumir en la rendición de cuentas que obliga a contar con indicadores de transparencia. Sin esto ningún liderazgo puede ser establecido en la nueva normalidad y mucho menos inspirar la confianza de quienes como capital humano son el motor e insumo del éxito de cualquier firma u organización hoy en día, ya sea que produzca bienes, servicios o ideas.

Esto afecta no solo el alma de las empresas, sino las comunidades, las iglesias, los gobiernos. La transparencia es un proceso de doble vía, sistémico, en el que concebimos como contraparte o grupo de interés aun a aquellos que no tienen que ver directamente con nuestro giros de negocios o actividades.

Si no se aprende a rendir cuentas en la curva de la vida de un líder, esto no se podrá desarrollar con facilidad en la vida empresarial, espiritual o gubernamental.

Es tiempo de repensar seriamente nuestros hábitos como líderes, ¿Cuenta usted con un compañero de transparencia o mentor? ¿Ha establecido un proceso para dar cuentas en su hogar, empresa, iglesia o comunidad?

No se trata de quedar bien con los demás sino de aprender a ser confiable, sin confiabilidad no hay demanda a ser integro, sin transparencia podemos parecer, pero nunca ser éticos. Negar esta realidad conlleva perder la mejor oportunidad en la vida de ofrecer algo de valor en todos los ámbitos. Volver al ser humano, que es el centro del nuevo liderazgo global, del liderazgo saludable y productivo, ético y transparente.

Hasta la próxima.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., CPLC, SCF
COACHING EN TRANSICIONES

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