La mayoría formulamos compromisos bien intencionados al comienzo de cada año y confiamos en cumplirlos al finalizar este. Sin embargo, conforme avanzamos nos damos cuenta del patente incumplimiento de nuestras promesas y buenas intenciones.
Las estadísticas demuestran que al cierre de cada año la mayoría de las personas repetimos más de un 90% de las mismas promesas incumplidas que, paradójicamente, sabemos que volveremos a incumplir en el siguiente período. Esto produce una enojosa frustración y debilita la autoestima.
Es un hecho comprobado que las buenas intenciones no bastan para cambiar hábitos, romper el estancamiento o las barreras que impiden nuestro crecimiento personal y corporativo.
¿Por qué lideres y seguidores continuamente nos golpeamos con la misma piedra repitiendo años tras año las mismas resoluciones incumplidas?
El liderazgo no es una posición o resultado de algún caprichoso juego de poder.
Es cierto que hay personas que llegan a ocupar posiciones de autoridad por nepotismo, amiguismo o corrupción, pero cuando nos enfocamos hacia abajo, nuestra visión se empobrece y hace corta.
Ser líder es una responsabilidad que se asume al comprender la influencia que positivamente ejercemos sobre las personas con las que nos relacionamos.
CON LA MISMA PIEDRA
La evidencia científica demuestra una y otra vez que, como seres de costumbres, nuestros hábitos empiezan como comportamientos intencionales y conscientes y terminan volviéndose inconscientes y automáticos. Por ejemplo, si hemos sido heridos y ¿Quién no?, es normal que tengamos complejos, o nos sintamos paralizados por recuerdos dolorosos o traumáticos del pasado. Por lo que, también es muy probable que a estos hábitos se vuelvan reforzamientos continuos que bloquean nuestros esfuerzos por cambiar.
Aceptemos un hecho, si no cambiamos nuestros malos hábitos, comportamientos errados y actitudes nocivas nuestro liderazgo sufrirá, pero más aun el sentido o propósito de nuestra existencia terrenal será frustrado una y otra vez.
Tenemos una naturaleza imperfecta y hacemos cosas imperfectas a nivel de pensamiento, emociones y voluntad. Si tenemos la humildad necesaria como lideres debemos aceptar que el continuo autoexamen y las acciones correctivas que sugieren los resultados de esa evaluación son requisitos indispensables para ser efectivos.
Por años ya se ha dejado claro que ante la información o evidencia de que algo no está bien o hace daño las personas reaccionan predeciblemente. Así si a un grupo de adictos al tabaco se les declara con evidencia que el tabaco es nocivo para la salud, la reacción lucirá como sigue:
- 10% de las personas dirán que no les importa
- 10% harán enmiendas para cambiar
- 80% cambiara solo si reciben apoyo relacional
Esto es impactante no importa cuantas veces lo revise en mis notas como líder. Verán la mayoría de nosotros estamos en ese 80% se trata de que luchemos contra un vicio, adicción, mal hábito, herida, complejo o atadura del alma.
DONDE ENCONTRAR LA FUERZA PARA ROMPER PATRONES
Casi nadie puede ser motivado externamente a cambiar por alguien más si internamente carece de motivación para hacerlo. Uno de los fracasos más rotundos de los cursos motivacionales es su beneficio infinitesimal.
Para cambiar siendo parte del 80% apuntamos que se requiere de apoyo auténtico y continuidad. No basta con una charla de motivación o compra un “Best-seller” de autoayuda para cambiar.
¿Cómo entonces podemos estar firmes ante los desafíos que la vida presenta si internamente no estamos firmes, motivados, para defender con convicción nuestros valores y creencias?
Una pequeña porción de la gente, 10%, no necesita apoyo externo para dar pasos, lo que requiere es estar expuesto a la verdad. Pero la mayoría 80% requiere relaciones auténticas con otras personas que merezcan su confianza sobre el tiempo para dar pasos que les permitan vivir en la verdad y con esperanza.
Pero ¿Dónde
encontramos esas personas que dinamizan nuestro cambio personal como apoyo o
inspiración? Solamente en comunidad. Debemos ser intencionales, no obstante, en
el desarrollo de amistades auténticas.
Sabemos que hay un pequeño porcentaje de personas que vive a su medida y conveniencia, y no creen necesitar comunidad, ni relaciones con otras personas.
Sin embargo, la
mayoría, encuentra soporte y respuesta a muchas de sus preguntas cruciales en
comunidad con otras personas y crece solo a través de relaciones significativas
sobre el tiempo.
Pertenecer para madurar es posible buscando intencionalmente tener comunidad con otras personas que comparten con transparencia sus éxitos y fracasos
Podemos crecer cada vez más pese a nuestras imperfecciones cuando compartimos en el mismo plano, con sobriedad, con otra gente imperfecta, pero auténtica nuestra jornada. Esta no solo es la decisión más cuerda que puede tomar, sino una basada en el respeto y amor por su prójimo. La gente que sabe amar bien a los demás, tampoco puede compartir las luces y sombras de su propia existencia. No obstante, no es posible amar bien a los demás sino sabemos amarnos bien a nosotros mismos.
LA RUTA DEL CAMBIO
Nadie puede creerse lo suficientemente firme como para que no pueda caer. Lo vemos en el mundo corporativo, gobiernos, en las iglesias, organizaciones no lucrativas y familias. Reconozcamos que todos necesitamos ayuda, pero debemos hacer cuatro cosas:
1. Autoexaminarnos
2. Pedir a otros que con total seguridad nos critiquen constructivamente
3. Pedir ayuda relacional para la jornada de cambio
4. Periódicamente mantener un control de transparencia con un mentor
La integridad del líder empieza con el autoexamen, continua con una decisión de comenzar el cambio, pero nunca se alcanza sin un grupo de iguales que apoye el proceso con ánimo resuelto, amistad y espiritualidad.
No hacerlo es condenar al fracaso nuestra misión y desperdiciar todo lo que Dios ha puesto a nuestro alcance para cumplir Sus propósitos en esta tierra y autoliderarnos para para mejorar continuamente.
Juan Carlos Flores
Zúñiga, MA, CPLC, ACC