viernes, 25 de abril de 2025

Sin pasión no hay grandeza

Cuando encuentras algo de singular valor, que supera todo lo que has hecho, ganado o sido ¿Qué haces? ¿Te quedas cruzado de brazos o tratas de tenerlo?

Con los años me ha quedado claro que, aunque una persona tenga una visión mayor, una misión clara, y valores que respeta disciplinadamente, si carece de pasión nunca hará nada trascendente ni de excelencia.

 

Necesitas saber para dónde vas (VISIÓN), necesitas tener claro cómo llegar allá (MISIÓN), necesitas valores que te mantengan alineado y sintonizado, pero sin pasión nunca saldrás de donde estas a donde debes ir.

Todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que he hecho es inútil sin una pasión que me mueva a la acción y que me permita compartir contagiosamente con otros la jornada que nos llevará adonde debemos ir.

 

La mayoría de nuestras metas en este mundo tienen fecha de caducidad, no obstante, suele ser efímeras y hasta vacías. En cuanto obtienes un título académico o luego un postgrado descubres que no te compensa por todo el esfuerzo realizado. Una vez allí te desanimas a pesar de haber cumplido la meta propuesta.


PASIÓN QUE NO CADUCA

 

Hay una profunda insatisfacción en nuestras metas cuando son alcanzadas ya se trate de estudios, profesión, o posesiones. Parece que como el hámster estamos condenados a dar vueltas sin fin en una rueda sin realmente llegar a ninguna parte, imponiéndonos metas tras metas sin lograr satisfacción real.

 

Sin embargo, cuando ese fuego que consume tus huesos, esa pasión, acompaña tu visión, misión y valores comprendes que las metas no son el fin del viaje sino solo etapas en la gran jornada de la vida. Esa clase de pasión que perdura y te mantiene creciendo integralmente tiene un origen sencillamente sobrenatural.

 

Quienes acuden a mi como coach en liderazgo desean superar obstáculos, aclarar metas y descubrir pasión para alcanzarlas. Pero, con frecuencia descubren el valor limitado de sus metas cuando se convierten en un fin en sí mismo creando un vacío difícil de superar.

 

Las metas son como las estaciones del tren, debemos y podemos pasar por ellas, pero no implican el fin del viaje. Lo que transforma las metas comunes de meros logros transitorios en pilares para alcanzar la grandeza, es tener claro que son solo medios para un fin, y que este debe ser mayor a nosotros trascendiendo las pretensiones materiales y el orgullo personal.

 

La pasión que nos lleva mediante las metas claras a la grandeza requiere renunciar gradualmente al egoísmo, y enfocarnos más en servir y desarrollar a quienes nos rodean, trabajen o no con nosotros.

 

Debemos vivir y liderar con propósito y pasión, pero para mantener el fuego de la pasión en nuestras metas, y que estas traigan profunda satisfacción necesitamos que contribuyan a desarrollar nuestro SER, saludable y productivo, con la mirada en hacer crecer a quienes nos rodean, no solo nuestro HACER, productivo, egoísta y temporal.

 

La grandeza está al alcance de todos aquellos que identifican la fuente trascendente de su pasión y se enfocan en dar lo que han recibido a lo largo de su jornada.

 

Juan Carlos Flores Zúñiga, MA. CPLC, ACC

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