lunes, 19 de septiembre de 2022

El mundo es ancho y ajeno pero la vida es breve

"Váyanse a otra parte, el mundo es ancho" declara justificándose un codicioso hacendado que expulsa a una comuna indígena andina de sus tierras en la novela del peruano Ciro Alegría obligándolos a buscar un nueva vida, pero en la jornada descubren que además de ancho "el mundo es ajeno".  

La historia es dramática con visos de tragedia en la narrativa de Alegría.  Pero, debemos agregar que la vida en esta tierra también es extremadamente breve. Se nos permite vivir en promedio 80 años, en el caso de las generaciones nacidas después del 2000 se estima que podrán llegar en promedio a los 100 años. 

Es un mundo ancho, pero extraño o ajeno cuando no podemos encajar, cuando no encontramos como los personajes del novelista peruano una comunidad a la que pertenecer, un propósito por el cual vivir temporalmente sobre esta tierra.

Los primeros quince años los pasamos en la niñez y la adolescencia. Veinte años de nuestra vida entera los pasamos durmiendo en cama. Por cierto, los últimos diez debido a limitaciones físicas. Eso nos deja con alrededor de treinta años para vivir como adultos y contribuir plenamente desde nos encontramos.


De esas tres décadas restantes cerca de la mitad se invierten en comer, y hacer tareas rutinarias como pagar los servicios públicos e impuestos. Entonces, nos restan solo 15 años realmente efectivos, pero si aceptamos las estadísticas de que la persona promedio pasa siete años frente a una pantalla de televisión a diferencia de la población de siglos anteriores nos quedan realmente entre siete y ocho años.


La vida es definitivamente breve aunque el mundo parezca inmenso, pero resulta ajeno si no consideramos que disponemos realmente solo de ocho años para vivir y servir productivamente. ¿Cómo vamos a vivir y servir? ¿Cuál es nuestro plan? ¿Cómo podemos aprovechar el tiempo? En la práctica no hay mucho espacio neutral o gris para elegir.


Escucho a mucha gente, incluidos clientes en mi práctica como coach, lamentarse de la falta de tiempo para prácticamente todo en esta breve vida en contraste con la inmensidad de este ajeno mundo. Sin embargo, nuestra respuesta no parece muy sabia ya que, en un vano intento por controlar el tiempo, adoptamos toda clase de sistemas para administrarlo con la esperanza de que rinda más.


ADMINISTRACIÓN, NO CONTROL


Ni usted ni yo podemos controlar el bien más escaso sobre la tierra: el tiempo, y por supuesto, no podemos alargar mucho nuestra vida. Lo que si podemos hacer es determinar cómo vamos a invertir diariamente el tiempo disponible en nuestra corta vida. 


Ayuda por supuesto descubrir nuestro propósito en esta vida (la respuesta a la pregunta ¿para qué existimos?) pero al final del día son nuestras decisiones las que determinarán si aprovechamos o desperdiciamos nuestro tiempo sobre esta tierra.


No olvide que cada vez que dejamos de elegir, ya hemos elegido uno u otro plan. La indiferencia y la falta de propósito produce solo una vida sin sentido, profundamente vacía, y un altamente ineficiente uso del tiempo. No obstante, el compromiso con un plan y la pasión para ejecutarlo es lo que distinguen la vida de unos sobre la de otros y esto por supuesto afecta dramáticamente como aprovechamos el tiempo o no.


En mis actividades diarias como coach en liderazgo y consultor tengo mucho que incluir en mi agenda, pero con los años decidí ser contraintuitivo dando las primicias de mi tiempo en la mañana al estudio y la meditación mediante una práctica espiritual milenaria llamada “Oficina Diaria“. Invierto cerca de quince minutos cada mañana, de lunes a domingo, para esta disciplina que es tanto mental como espiritual. A primera vista no parece mucho tiempo, pero me ayuda a priorizar y poner en manos de Dios todo el tiempo del que dispongo. He descubierto con los años que el tiempo me rinde mucho mas así.


No obstante, el pensador Henry Thoreau advertía que, “Uno no puede matar el tiempo sin herir la eternidad.” Lo que hacemos cuenta para bien o para mal, e impacta nuestra eternidad. “El que no tiene visión de la eternidad,” escribió el filósofo Thomas Carlyle, “nunca podrá manejar el tiempo.”


Sea o no creyente, dedicar una pequeña porción de cada día a mostrar gratitud por el regalo del tiempo establece una disciplina indispensable para sacar mejor provecho de la vida. Lo que he ganado con esto es que hago menos, pero lo que hago es más relevante y productivo. Un primer paso indispensable para aprovechar el tiempo es postergar lo urgente en favor de lo importante, es decir aquello que es más grande que nosotros y que agrega valor interno a nuestro ser y hacer.


En conclusión, la ruta más productiva es emplear el tiempo real disponible sobre esta tierra para vivir y contribuir plenamente tomando decisiones meditadas y comprometiéndome con ellas. Esto es aprovechar el tiempo, priorizar lo importante y eterno, y vivir conforme al propósito para que el fuimos creados. 


Si queremos que nuestras vidas dejen huella positivamente, la negación o el escapismo no son una opción una vez que hemos abierto los ojos reconociendo con humildad nuestro paso temporal sobre este ancho y ajeno planeta.


Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc., CPLC, CSO

COACHING EN TRANSICIONES

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por escribir a Coaching en Transiciones. En breve un miembro de nuestro equipo le contestará.

Cuando dar generosamente se vuelve tóxico

Los beneficios de la generosidad para la salud mental están bien documentados. Las investigaciones han demostrado que brindar un servicio o ...