martes, 17 de septiembre de 2024

Sonreír nos ayuda a madurar

Casi nadie puede resistir el regalo de una sonrisa transparente. Cuando era adolescente, mi padre puso en mis manos un título popular escrito por Dale Carnegie llamado "Como ganar amigos". Una de las claves era aprender a sonreír aunque al principio se sintiera falso o forzado.

Es un hecho fisiológicamente confirmado que se necesitan tres veces más músculos para fruncir el ceño y hacer un gesto de enojo que para sonreír. Sin embargo, la mayor parte de la gente con quienes interactúo diariamente parece preferir la ruta de la amargura optando por explotar las arrugas y entrecejos.

Por ello, aún hoy no deja de sorprenderme, gratamente, el poder que conlleva sonreír saludablemente a otros, los conozca o no. Estamos rodeados de gente con rostros marcados por los surcos de la tensión y la ira. Con el entrecejo fruncido mastican un salud que nunca llega realmente a conectarse con el corazón para regalar una sincera sonrisa.

Debo confesar que tanto Tirios como Troyanos, Cristianos como Ateos viven a menudo con amargura como si vivir en este mundo pesara tanto como para escatimar un gesto amable y desinteresado, o regalar una sonrisa bondadosa.

¿Por que tanta gente vive vidas miserables y tristes a pesar de tantos regalos y bendiciones a su alcance? ¿Por que la gratitud ha sido sustituida por la queja y la crítica a todo y a todos constante? ¿Por que incluso los que conocen el amor y la misericordia incondicional de Dios parecen vivir como bautizados en vinagre?

LA SENDA DE LA SALUD Y LA PRODUCTIVIDAD

Una sonrisa puede abrir oportunidades para empezar a sanar el alma, pero, a menudo, optamos por cerrarnos a tal experiencia una veces por temor y otras por una falsa seguridad. En consecuencia, no nos arriesgamos en nuestras relaciones, vivimos solo para nosotros y somos indiferentes con el prójimo y lo que realmente tiene valor eterno. Ese es el camino a la madurez emocional y espiritual.

Una de las razones que explica este comportamiento es la insatisfacción fomentada por una cultura secular cuyos mensajes constantes apuntan a vivir superficialmente y sólo para obtener logros pasajeros. De hecho las emociones han sido secuestradas y atadas al carro del consumo adictivo.

He aprendido que ese no es el camino que debo o quiero tomar. Ser feliz y sonreír no depende de lo que posea o de mis circunstancias, tampoco de mis logros o popularidad. Igual que amar y perdonar, ser feliz es una decisión diaria a la cual me aboco apasionadamente. Cuando aprendo a sonreír como un ejercicio saludable, me voy liberando de la máscara que pretende ocultar mi vulnerabilidad. Sonreír se vuelve la respuesta automática a las interacciones con los demás. Al sonreír soy vulnerable, pero eso me fortaleza porque no dedicó mi energía a fingir. La verdadera hipocresía no esta en sonreír intencionalmente, sino en oculta mis inseguridad tras gestos amargos que me distancian de los demás.

Debemos evaluar con brutal honestidad, al inicio de cada día, que siempre tendremos dos opciones en la convivencia diaria: jugar de víctima o actuar asumiendo mi responsabilidad como humano y si soy creyente como hijo de Dios.

"Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos."-Hebreos 12:15

Hasta la próxima

MA. Juan Carlos Flores Zúñiga, CPLC, CSF

COACHING EN TRANSICIONES

viernes, 13 de septiembre de 2024

Distracciones navegables

La distracción es un obstáculo enorme para mantenernos enfocados y priorizar con claridad en favor de lo realmente importante. Por ello, muchos optan por el camino cómodo de dejar a otros que cultiven una vida enfocada en lo importante y luego nos cuenten al respecto. Es la diferencia que separa al que lidera del que nada más es un seguidor.

La mayoría de la gente, a menudo, no permite que nadie le cuente el final de las películas, el sabor de la comida o como es irse de vacaciones a un lugar paradisíaco porque quieren experimentar todo esto de primera mano, no que se lo cuenten. Pero cuando se trata del propio liderazgo no parece importarles que sea de segunda mano.

Un hallazgo reciente en productividad revela que cada vez que nos distraemos de nuestro objetivo central nos toma hasta 15 minutos volver a enfocarnos. Ya se trate de nuestro grado de atención en una conferencia, conversación, lectura o tarea, las distracciones pueden ser nocivas cuando no se establecen intencionalmente, es decir cuando no las programamos.

PRIORIZAR PARA GANAR CLARIDAD EN EL ENFOQUE

En el coaching en liderazgo saludable y productivo uno de los temas recurrentes es descubrir cómo priorizar para ganar claridad y enfoque. Lo primero consiste claramente en identificar lo que es importante a diferencia de lo que es urgente, y lo que no lo es.  Luego someter a un análisis objetivo lo que tiene un impacto mayor y requiere un esfuerzo menor en nuestras prioridades o tareas importantes de acuerdo a los recursos disponibles.

Las distracciones se alimentan de nuestra falta de enfoque, por no priorizar lo realmente importante y no crear espacios entre tareas o proyectos para administrar temas urgentes y ser negligentes con lo que  reabastece nuestra alma.

Bajo estas premisas, deberíamos tener prioridades claras, enfocar nuestro tiempo y esfuerzo con sentido práctico a lo que si podemos completar en el corto, mediano y largo plazo buscando como norma el mayor impacto con el menor esfuerzo sin dejar de crear intencionalmente espacios para reabastecernos emocional y espiritualmente.

Este no es un proceso exento de intencionalidad, pero la motivación para hacerlo depende totalmente del interesado, que debe valorar bajo la facilitación de un coach profesional, lo que objetivamente le interesa más alcanzar.  El secreto para alcanzar metas, romper el estancamiento, o crear algo nuevo depende claramente del nivel de motivación personal para hacerlo.  Nadie cumple un sueño o completa un proyecto si no está comprometido integralmente y eso se nutre de su automotivación. 

Recuerde, además,  que la productividad siempre es mayor cuando intencionalmente creamos balance en nuestra agenda diaria. A menudo requerimos de un coach en nuestra esquina para descubrir cómo hacer cambios en nuestros hábitos para conquistarnos a nosotros mismos.

Hasta la próxima,

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, CSO

COACHING EN TRANSICIONES

Cuando dar generosamente se vuelve tóxico

Los beneficios de la generosidad para la salud mental están bien documentados. Las investigaciones han demostrado que brindar un servicio o ...