El lunes es el día en que los líderes experimentan más ataques. Tanto en el ámbito secular como en el espiritual miles de líderes alrededor del mundo son atacados por la frustración, el agotamiento, la depresión y hasta el suicidio. Resulta paradójico ya que muchos de ellos celebran logros y éxitos en el fin de semana, pero despiertan el lunes como Sísifo empujando la piedra nuevamente desde cero.
Este fenómeno se conoce como SLS, Síndrome del Líder Solitario, porque los líderes a menudo no tienen verdaderos amigos, seguros, confiables, y leales que los comprendan y al mundo en el que sirven. Verán, sólo un líder puede entender a otro líder.
Claro que existen psicólogos, consejeros, y hasta un equipo de apoyo en sus entornos. Pero, solo un líder entiende a otro líder. Cada uno según su especie nos recuerda el libro del Génesis, o “hierro se afila con hierro” en el libro de Proverbios.
En el mundo secular,
líderes de empresas e instituciones experimentan la soledad en la cumbre por la
autoridad e influencia que conlleva su posición. ¿Por qué? Porque no tienen
amigos auténticos. La amistad no es algo que se produce naturalmente, se
construye, empezando con la decisión de ser amigo.
Sin embargo, el peso de las responsabilidades sobre otras vidas tanto en el liderazgo espiritual o secular trae consigo una fuerte dosis de soledad. No la soledad donde meditamos y oramos. No la soledad necesaria para buscar el rostro de Dios o adorar íntimamente. Me refiero a la soledad de la posición que, si bien no garantiza liderazgo, acompaña a menudo el mismo. ¿En quién confiar?
No hace mucho, un conocido líder tejano, que impulsa la creatividad en las organizaciones no lucrativas, decía enfrente de su equipo de trabajo que amaba a todos y a cada uno de ellos, pero que no confiaba en ninguno. Explicaba, que todos éramos seres humanos, imperfectos, salvos únicamente por la gracia de un Dios justo y amoroso. Como líder delegaba, afirmaba, y cuidaba de ellos, pero su amistad era primero con Dios y luego con sus mentores y amigos.
Usted y yo
necesitamos trabajar en equipo, pero seguimos siendo líderes, por lo que
tenemos que tomar las decisiones finales y asumir completa responsabilidad por
el éxito o fracaso de estas. Ello requiere madurez, claridad, enfoque, y
preparación continua. Su equipo necesita ser liderado, pero ellos nunca serán
sus iguales a usted en términos de responsabilidad ya que la visión que mueve
su organización, espiritual o secular, le fue confiada a usted como líder, a
nadie más.
No necesita hacer todo, pero necesita saber de todo para poder supervisar. Delegar nunca es renunciar. Por ello, la cumbre es un lugar solitario. Necesitamos amigos verdaderos, pero estos se establecen solo con el tiempo, y en un nivel similar de responsabilidad. Líder con líder.
REDES DE COACHING Y MENTORÍA
Mi muy querido amigo y mentor, Dan Southerland, me enseñó años atrás que todos necesitamos mentores, personas que nos digan la verdad con amor, pero claramente. Se trata de personas más maduras que uno, y que han estado en lugares donde aún no llegamos.
Pero, también necesitamos compañeros de jornada que nos ayuden a potenciar lo mejor en nosotros, que nos obligan a auto examinarnos y encontrar balance entre nuestra vida personal y nuestra misión en el mundo, de otra manera nunca seremos saludables emocional y espiritualmente, y no creceremos.
Este segundo grupo es lo que llamo los “coaches“, los preparadores o entrenadores personales. Ellos tienen algunas respuestas, pero su principal papel es ayudarnos a encontrarlas en nosotros mismos y tomar decisiones firmes, de las que rindamos cuentas.
Cuando iniciamos nuestro llamado hace ya casi veinticinco años, no teníamos ni mentores, ni “coaches”. Cometimos errores serios, pero no había quien nos guiará excepto Dios, porque estábamos escribiendo en los márgenes, integrándonos en una revolución, y muy pocos habían transitado esa senda en nuestro entorno. Buscábamos líderes y personas de influencia, pero casi nunca sabían que responder o cómo orientarnos.
En el 2002, conocí a Dan Southerland en California y desde entonces he podido recibir su consejo, aunque la distancia, me llevó a buscar otros mentores, como Lance Witt en el 2008. Esta decisión nunca es fácil, requiere tiempo y humildad, hacer un alto en el frenesí del servicio en que convertimos nuestro quehacer y profesión. A veces somos detenidos de formas incomprensibles. Por ello, necesitamos mentores, pero también “coaches“. Necesitamos, también, un lugar seguro donde compartir, crecer, acelerar la curva del liderazgo y reducir los errores, aprendiendo de otros que transitan por la misma senda.
Por eso empezamos, Coaching en Transiciones en octubre del 2018, porque un libro, una conferencia, o una charla motivacional no bastan para transformar nuestras vidas, el 80% de las personas cambian solo con la ayuda directa y acompañamiento de otros en quienes confían. Desde entonces hemos brindado coaching y facilitado el desarrollo de liderazgo en centenares de líderes en las Américas.
Empezamos Coaching en Transiciones con la convicción de ofrecer un servicio profesional más profundo, mejores recursos, adaptados a nuestras realidades, para los hombres y mujeres que sirven en el liderazgo. En el proceso descubrimos amistades auténticas, y una jornada hacia la madurez que todos compartimos sin importar nuestro origen o circunstancias.
Por qué no hace un alto hoy, y aprovecha este día, para meditar en sus caminos, y responder honestamente. ¿Se siente solo? ¿Tiene amigos verdaderos? ¿En la crisis tiene a quien acudir? ¿Está creciendo? Porque si usted no cambia, si usted no es equilibrado, si usted no es saludable su organización y equipo no podrán serlo.
Juan Carlos Flores Zúñiga, MA, CPLC