El coaching en el liderazgo, tanto secular como espiritual, es el arte de ayudar a quienes sirven con visión y convicción a cambiar creyendo en ellos mismos incondicionalmente, pero el requisito clave es dominar el arte de escuchar atentamente.
Carlos es un líder que participa en una de nuestras redes de coaching con demasiados asuntos en su agenda. Tiene problemas a menudo cumpliendo sus compromisos, es un servidor que siempre llega tarde y no honra sus obligaciones financieras con puntualidad, no obstante, su vida es la de un malabarista con demandas contradictorias y promesas a medio cumplir.
Como su coach en liderazgo, el cambio en la agenda que podría hacer la mayor diferencia en su vida es muy obvia: Carlos necesita tomar control de su vida. Pero él no lo ve de la misma manera. ¿Qué haces como su coach? Como rima una vieja canción, “¿Cómo solucionas un problema como el de Carlos?”
En lugar de decirles que hacer, los escuchas y haces preguntas, porque tú crees en esa persona y su habilidad para hacer los cambios que necesitan. En otras palabras, empiezas a practicar el arte de no hablar, de no dirigir, de decir lo que piensas o dar soluciones. Esto significa que debes darle espacio, soltarlo, y dejar que Carlos escoja en qué punto ciego o problema quiere trabajar. Esa es la respuesta sencilla.
COMO DAR ESPACIO
Pero dar espacio a Carlos dejando a un lado un punto ciego obvio para trabajar en algo mas es un concepto opuesto al sentido común. Cuando escuchan esto por primera vez, la gente suele levantar un millón de objeciones prácticas.
La discusión usualmente hierve hasta producir una pregunta como la siguiente: -“Si veo a mi cliente hacer algo equivocado, ¿No tengo la obligación de decir algo al respecto?”
Así es como respondo. Haga una pausa un momento para ponderar realmente la siguiente pregunta, y responder con un número: -¿Cuántas cosas ven personas cercanas a usted ahora mismo que son equivocadas en su vida o que no satisfacen los estándares en los que cree?
Como dice el dicho, ¡he aquí un hueco sin fondo! El abismo entre el estándar de lo que es saludable y su realidad es más grande que el Universo.
Si viéramos una verdadera imagen de lo que es ser una persona sana y moral, literalmente podría matarnos. A pesar de todo nuestro infinito número de defectos, ¿De cuántos explícitamente debes ocuparte ahora mismo?
Mi experiencia es que me bastarían los dedos de una mano para contar el número de esas cosas que debo cambiar prioritariamente. De todo lo que personas maduras que respeto ven en mí que necesita cambio, Ellos por lo general pueden revelarme una cuantas a la vez.
Aplicado al coaching, varios expertos coincidimos en llamar a este principio: Veo/Digo: Solo porque veo algo no significa que se supone que lo diga.
Ver un problema en la vida de un líder en una de nuestras organizaciones no me hace responsable de tratarlo.
En cualquier momento, otros ven muchas cosas equivocadas conmigo, pero si les importo realmente me piden que cambie solo unas cuantas a la vez. Por lo tanto, necesito comprender que cosas que a nivel conciencia están hablando a mi cliente y limitar mi agenda a hacerla calzar con lo que es correcto y apropiado éticamente. Soy solo responsable de decir las cosas que mi cliente acepta escuchar.
Así que, usted no es responsable de hablar de todo lo que usted ve o discierne en otros. Su mandato es solo tratar lo que específicamente como coach su cliente acepta que se trate.
Aceptar este principio lo libera para dar espacio, amar a sus clientes y creer en ellos incondicionalmente. Ese aspecto de soltar la responsabilidad que siento por otros es una parte fundamental de la grandeza de la relación de coaching.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, CSO